jueves, 9 de septiembre de 2010

El sector agropecuario de la Orinoquia 1987 -1997

El sector agropecuario de la Orinoquia 1987 -1997 *
Emilio Garcia Gutierrez
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* Elaborado como contribución al Plan Regional de Desarrollo “El momento de la Orinoquia”, coordinado por el CORPES de la Orinoquia

1. Introduccion


Una evaluación del comportamiento de la actividad agrícola en la Orinoquia durante el período 1987 - 1997 no sería completa si no se mira hacia principios de la década, cuando se decidió adelantar el proceso de apertura de una manera abrupta, después de haberse anunciado su gradualidad. Sin entrar en discusiones sobre el nuevo modelo, era apenas obvio que el sector sufriera un cambio drástico en sus condiciones de mercado e iniciara un proceso de ajuste estructural que aún continúa.

El desmonte de las políticas de producción generó una crisis en los cultivos transitorios ante la competencia internacional, mientras que los cultivos permanentes y el sector pecuario enfrentaron en mejores condiciones la apertura al comercio externo. En opinión de CEGA (1998), la situación se complicó en 1992 por los efectos del clima y por la recesión mundial que determinó que hubiera precios externos bajos en los productos agrícolas.


La tasa global de crecimiento del sector agrícola muestra un pobre desempeño a partir de 1992, con excepciones de 1995, año en el que se presenta una extraordinaria cosecha de café en una coyuntura de precios externos altos.


Uno de los efectos más nocivos de la crisis en el campo social ha sido el desempleo rural. Desde 1990 el sector rural ha venido registrando un significativo deterioro del empleo. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares Rurales del Dane, la tasa de desempleo pasó de 4.2 por ciento en 1991 a 6.4 por ciento en septiembre de 1996. Según datos de Cega sobre área y coeficientes de empleo directo por cultivos, entre 1991 y 1996 la disminución de las siembras de cultivos transitorios provocó la pérdida del equivalente a 120 mil empleos permanentes. A su vez, los cultivos permanentes generaron 131 mil empleos, que compensaron la pérdida de los transitorios, pero sin llegar a hacerlo con los empleos perdidos en el café que, en términos de empleo directo, habría generado 137 mil empleos menos que en 1991. No obstante, la compensación de empleos perdidos no siempre se da en la misma zona, lo que agrava el problema en aquellas regiones con mayores dificultades de sustitución hacia otros cultivos.(CEGA, 1998).

Ante la crisis, la administración gubernamental del período 1990-94 elaboró, conjuntamente con los gremios, un plan de reactivación, que luego se consolidó con la Ley 101 de 1993, conocida como Ley Agraria, que facilitaba el control a la competencia desleal de las importaciones, el refinanciamiento de los pasivos de los agricultores y el establecimiento de precios de garantía o precios de intervención, entre otras medidas. El plan buscó revivir los instrumentos de política agropecuaria y ordenó sus medidas hacia la recuperación de la rentabilidad sectorial y el establecimiento de la confianza de los productores.


La recesión de los cultivos transitorios se alivió en 1993 y 1994, pero recayó en los años siguientes. Además se agudizó la crisis del café, el cual se recuperó en 1995, pero volvió a deprimirse posteriormente. En los demás cultivos permanentes se agotó el efecto de las ampliaciones de áreas decididas antes de 1990 y sólo continuaron progresando cultivos como el azúcar, que tropezó con dificultades de capacidad industrial; el banano, que enfrentó dificultades de mercado; y la palma africana, que elevó la productividad con base en mejoramiento tecnológico.

Al mismo tiempo, empezaron a vislumbrarse productos promisorios como frutales y hortalizas, en los que se están modernizando los sistemas de mercado y la transformación agroindustrial, al igual que en los cárnicos y los lácteos.


Por supuesto, causas particulares como los efectos del Fenómeno del Niño contribuyeron a disminuir la producción en algunas actividades en 1997, pero pesan más los factores estructurales en el mediocre desempeño del sector.


La administración Samper definió la política sectorial en torno a los objetivos de modernización y competitividad, el apoyo a los cultivos en crisis y la modernización de la sociedad rural. Para el primer objetivo, la política se centró en impulsar la inversión en riego y drenaje, en garantizar y facilitar recursos para el financiamiento, en el desarrollo tecnológico, en la comercialización y en las negociaciones y acuerdos internacionales, principalmente.


Para el apoyo a los cultivos en crisis se crearon acuerdos de absorción para trigo, cebada, sorgo y aceite de palma, que avanzaron a acuerdos de competitividad para integrar toda la cadena productiva. Los acuerdos de competitividad se extendieron a otras cadenas agroindustriales como el arroz, leche y sus derivados, alimentos concentrados y la cadena de textiles-confecciones.


También se establecieron precios de intervención para sorgo, maíz blanco, maíz amarillo y soya y se comprometió una intervención más directa de Idema en el mercado. Igualmente, se aplicó el incentivo al almacenamiento en arroz y maíz blanco. Además, se otorgaron compensaciones directas por baja rentabilidad en soya y algodón, y se incrementó el Cert para aliviar la crisis que atravesaron los productores de banano, así como para frutas y tabaco.


Así mismo, se constituyeron y fortalecieron los fondos de estabilización de precios en palma africana, algodón y cacao. Se creó el Fondo de Solidaridad Agropecuario para aliviar las deudas de los pequeños productores, y se fortaleció el Incentivo a la Capitalización Rural y el Fondo Agropecuario de Garantías.

En materia de política de gasto social rural, los programas y recursos estuvieron orientados a vivienda rural, generación de empleo, modernización y diversificación, plan nacional de desarrollo alternativo, capacitación campesina, cofinanciación para la inversión rural y reforma agraria. Sin embargo, la crisis fiscal del país limitó los recursos y los alcances de los programas.

En las negociaciones de integración comercial del sector, se puso en marcha el Sistema Andino de Franjas y Precios y se logró la armonización arancelaria con la Comunidad Andina de Naciones y se impulsó la estrategia de negociación de este bloque con Mercosur. En el Acuerdo de Complementación Económica con Chile no hubo avances en materia de acceso del azúcar colombiano, pero se acordó una desgravación en cinco nóminas para productos agropecuarios, dependiendo del grado de sensibilidad, se estableció un marco bilateral para el estudio del azúcar, así como un acuerdo de cooperación en materia de sanidad silvoagropecuaria. En el Tratado de Libre Comercio entre Colombia, México y Venezuela se acordó acelerar el programa de desgravación arancelaria e incluir los productos que están en lista de excepciones. Con la Comunidad del Caribe (Caricom) y de Centroámerica se preparó la ampliación del acuerdo de comercio y cooperación económica y técnica.


Aunque estas medidas de política trataron de sortear los diferentes aspectos de las crisis y las transformaciones del sector, no fueron suficientes y el sector sufrió los efectos de los desequilibrios macroeconómicos adicionalmente.


2. Diagnostico regional

2.1 Area ambiental y de recursos naturales


La Orinoquia es considerada como una región natural, caracterizada en su geografía por una porción de geomorfología de vegetación de sabana y otra porción de zona selvática al sur de la región. Los componentes biofísicos y las dinámicas que se presentan son factores importantes para la planificación económica y social de la Orinoquia.


Un gran concepto territorial que puede unificar de manera general la Orinoquia es el de la Gran Cuenca del Orinoco. Sin embargo, existen diferentes paisajes que denotan condiciones ambientales particulares.


2.1.1. Zonas climaticas


El clima de la Orinoquia no presenta una homogeneidad a través de todo su territorio, debido a la ubicación geográfica y a sus características fisioagráficas y geomorfológicas.

La temperatura del aire está fuertemente correlacionada con el régimen de lluvias; siendo más cálido, en zonas con menos precipitación. con excepción del piedemonte llanero, las zonas planas de los Llanos y la zona selvática presentan promedios de temperatura entre 24 y 28ºC.

La precipitación decrece desde los 5.000 mm3 anuales en el piedemonte hasta los 1.500 mm3 en la altillanura, pasando por promedios de 3.000 y 4.000 mm3 anuales en la zona selvática. Se presenta en general una época seca y una reducción de la precipitación entre diciembre y marzo en la región de sabana y selvática respectivamente; el punto de menor radiación solar se encuentra en el piedemonte y los de mayor radiación en la altillanura del Vichada.

La región esta altamente influida por los vientos Alisios que soplan del nordeste del hemisferio norte y sudeste del hemisferio sur; las circulaciones son bien definidas en dirección nordeste - sudeste con promedios de velocidad moderada de 2-5 m/seg(ver Mapa 1).

La radiación solar expresada en número de calorías incide sobre cada centímetro cuadrado del terreno, es más baja en el Piedemonte Llanero (311.2) que en otras regiones del país como los Valles del Sinú, Cesar y Cauca que es de 406.7; 462.2 y 439.5 respectivamente; lo cual nos indica que en el Piedemonte se recibe 50% menos de la radiación solar con respecto a loa Valles mencionados.

Esto implica que las tasas de fotosíntesis, proporcionales a la intensidad de radiación, sean de 19.68 Kg CH2O/m2/año, muy inferior a ala de los Valles que está entre 26 y 29.5 (HIMAT,1995). Esta razón junto con la fertilidad de los suelos, son las causas de la mayor productividad agropecuaria en los Valles del Cesar, Sinú y Cauca.

La radicación solar en el Piedemonte, es más alta en el segundo semestre (338 calorías/cm2/día. En los valles la radicación solar es similar en los dos semestres.


2.1.2 Recurso hidrico


La ubicación geográfica, la variada topografía y el régimen climático determinan que la Orinoquia posea una de las mayores ofertas hídricas del país y del mundo, contrastando con una densidad poblacional baja y un bajo promedio de actividades económicas industriales.

Los ecosistemas orinoquenses se caracterizan por su doble función de captar y regular el agua. En los páramos del Sumapaz y de la región del Cocuy, nacen ríos que vierten sus aguas a la Orinoquia. La regulación la llevan a cabo la selva húmeda tropical y los cordones de bosques de galería. Esta riqueza hídrica se manifiesta en una extensa red fluvial, condiciones de almacenamiento de aguas subterráneas, existencia de humedales y cuerpos de agua lénticos como lagos, esteros y lagunas.

Colombia cuenta con once ríos con un caudal mayor de 1.000 m3/seg. el mayor es el río Caquetá, seguido del Magdalena y el Putumayo. Seis de estos once ríos, el Meta, Guaviare, Inírida, Apaporis, Vaupés y Vichada, pertenecen a la Orinoquia .

La orinoquia presenta una variación de escorrentía del piedemonte hacia la zona baja. La lluvia promedio es de 2.626 mm3 anuales. El Departamento más lluvioso es el Vaupés y el menos, Arauca.

Al elaborar el balance da las aguas recibidas producidas y entregadas, se encuentra que la Orinoquia recibe en promedio 1.211 m3/seg, de las cuencas altas de Boyacá y Cundinamarca, 300 m3 de la cuenca del río Arauca y 4.692 m3 de la cuenca alta venezonala del Orinoco, que entran al Orinoco fronterizo en la llamada “estrella fluvial”. A su vez, la Orinoquia entrega 717 m3 por segundo por conducto de los ríos y caños araucanos que no descargan en el río Casanare, sino que lo hacen directamente al Orinoco por el territorio vebezolano, y entrega 20.672 m3/seg. al Orinoco cuando éste se aleja de Puerto Carreño y se convierte en un río enteramente venezolano.


De otra parte, la Orinoquia entrega 7.465 m3 al río Amazonas por intermedio de los ríos Guainia, Vaupés y Apaporis, así como de algunos caños menores, en tal forma que hacer el balance de aguas recibidas, menos las aguas entregadas, se llega a la conclusión que la Orinoquia produce un total de 22.651 m3/seg. en promedio anualmente. Esta escorrentía representa el 38.8% del total colombiano, el cual es de 67.000 m3/seg.

En cuanto a hectáreas agrícolas irrigadas, Colombia cuenta con menos de 300.000, en tanto que Venezuela dispone de 323.000, Ecuador de 520.000, Perú 1.180.000 y Chile 1.320.000. Las anteriores cifras indican el enorme atraso de Colombia en cuanto a la tecnificación e irrigación de su agricultura.


En lo que hace a los usos urbanos domésticos, industrias y agrícolas comparados de la Orinoquia con el total nacional, se encuentra que los usos urbanos e industriales son menores a la participación de su población, aunque el uso agrícola es mayor a la participación de la población orinoquense, ya que llega al 10% del uso total de todo el país.

Si bien el agua de la Orinoquia se utiliza poco en las diferentes actividades de su población, sí se contamina mucho. Los principales factores contaminantes son las aguas residuales urbanas, los productos agroquímicos y la acelerada sedimentación de las laderas que arroja enormes volúmenes de sedimentos a las aguas.


2.1.3. Suelos


Los suelos se definen de acuerdo con una serie de variables que tienen que ver con la historia geológica y los factores ambientales que intervienen en su formación. En general son de baja fertilidad.

Las sabanas de la Orinoquia son propias de un trópico húmedo en formación, presentando procesos geoquímicos no finalizados. Poseen en general una serie de complejos orgánico-minerales que retienen y liberan nutrientes. Estos contenidos son limitados y están asociados con la biología del suelo y la cobertura vegetal.

Los suelos se han formado a expensas de las rocas y de depósitos de materiales transportados. La región está formada básicamente por dos sistemas: la Vertiente Oriental de la Cordillera Oriental y la Llanura Oriental. En la primera se dan fuertes procesos de erosión, sedimentación y escurrimiento superficial, con una dinámica bastante compleja.

Las llanuras Orientales están conformadas básicamente por geoformas del escudo Guayanés, altillanura y platarformas del terciario. Así, la Orinoquia encierra ocho grandes paisajes: montaña, piedemonte, llanura aluvial de desborde, llanura eólica, altillanura, superficie de denudación, estructuras rocosas y llanura de inundación. Sus suelos van desde los fértiles bien drenados, con poco riesgo de inundación y planos, hasta los escarpados, fuertemente erosionados, con formación rocosa y los pantanosos.


La condición diferente de los suelos orinoquenses, unida a la falta de conocimiento de los pobladores llegados en la migraciones del presente siglo han acarreado una destrucción de este importante recurso. Owen y otros han reconocido siete grandes clases de uso de los suelos al norte del río Guaviare entre las que se encuentran, cultivos semestrales, permanentes o semipermanentes. Al sur del río Guaviare se han reconocido cinco clases de uso que tienen como eje básico, la noción de protección y producción, mediante siembra de bosques multiestrato o conservación de los bosques naturales (Owen,1998).

En general son suelos que presentan un alto grado de evolución, que se manifiesta en el predominio de cuarzo en la fracción arena y de caolinita y óxidos de hierro en la fracción arcilla; bajo contenido de bases, PH ácido altos niveles de aluminio en el complejo de intercambio. En las Llanuras aluviales del Piedemonte, los suelos son más fértiles y menos lavados por ser más jóvenes y además porque reciben aportes en las crecientes procedentes de las áreas más altas y viejas de Piedemonte.(Botero y López, 1982).


2.1.4. Ecosistemas


Las características y tipo de vegetación se relacionan con los cambios en la fisiografía, regímenes climáticos, goemorfológicos y edáficos y con el patrón de utilización del suelo. Sus funciones y dinámica son un indicador de lectura de los ecosistemas de la región orinoquense.


La superficie ocupada por la Orinoquia corresponde a 43.4 millones de hectáreas, de las cuales 20.5 millones (47.2%) están cubiertas por bosque natural y la selva, 4.7 millones (11%) están ocupadas en la actividad agrícola y pecuaria y 14.3% millones (33%) está cubierta con vegetación especial de sabanas, pantanos y páramos; las restantes 3.8 millones (8.8%), son de zonas urbanas y los ríos (Svenson. 1997).

En términos generales, la Orinoquia presenta la formación vegetal de bosques basal orinoquense y amazónico, localizados entre los 0 y 1000 m de altura; bosque ripario, presente en las cejas del monte de los principales ríos y especialmente, las sabanas naturales que presentan las siguientes agrupaciones vegetales; sabana abierta, sabana arbolada, chaparrales, saladillales, morichales, bosques del Piedemonte, matas de monte, bosque de altillanura, selva de galería y bosque pantanoso.

Algunos ecosistemas no generalizados se presentan en el paisaje de montaña. Se encuentran unidades ecológicas características como la vegetación de páramo, selva andina entre (2.000-3.000 msnm) y la selva subandina de 1.000-2.000) msnm.


2.1.5 Biodiversidad


En promedio, por cada diez especies de fauna y flora del planeta, hay una en Colombia, además, es uno de los países del mundo donde existen más especies de orquídeas y aves.

Se calcula que entre el 50% y el 90% de la biodiversidad mundial se encuentra en los bosques tropicales. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, considera que Colombia posee el 10% de la diversidad biológica con tan sólo el 1% de la superficie total del planeta.

En general esta riqueza sitúa a Colombia en el primer lugar respecto a aves y anfibios, en el segundo respecto a plantas endémicas y en el tercero respecto de primates, reptiles y mariposas. En el caso de vertebrados, Colombia se ubica en el tercer lugar del mundo con 2.890 especies reportadas. De esta lista sobresalen los murciélagos y primates, muchos de los cuales se encuentran en la Orinoquia .


Gracias a la biodiversidad existente en la región se puede predecir que estudios sobre el tema, determinarán posibilidades de desarrollo económico y social importantes que aún no se conocen. Unida a esta situación se encuentra que en la Orinoquia existe un gran conjunto biogeográfico de ecosistemas.

Resultado de la similitud en características fisionómicas y toposecuencias de algunas provincias biogeográficas, se encuentra una gran variedad de biomasa; incluso algunos de tal particularidad que son los únicos en el mundo, con presencia de endemismos y características de diversidad biológica de interés para la humanidad.

Investigaciones desarrolladas de forma puntual, han arrojado datos acerca de una alta presencia de especies vegetales endémicas en transectos muy pequeños. Igualmente , aunque en términos generales la fauna no es tan diversa, la zoogeografía de la región arroja datos interesantes acerca de endemismos y unidades donde se encuentran mamiferos, anfibios, reptiles y avifauna de interés ecológico y biotecnlógico.


2.1.6. Vegetacion


Las sabanas bien drenadas tienen una vegetación de pastos nativos como Trachipogon sp.Axonopus sp. Paspalum sp. Andropogon sp, que en su mayoría presentan bajas producciones y deficiente calidad, los que se constituyen en la base de la alimentación para los sistemas de producción bovina, caracterizados por ser explotaciones de tipo extensivo, dedicadas a la cría fundamentalmente.


Con el fin de incrementar el consumo de forraje y mejorar la calidad del mismo, el ganadero quema periódicamente las sabanas nativas sobremaduras. Se ha encontrado que el contenido de proteína cruda de las principales especies de la sabana nativa de la Orinoquia disminuyen con la madurez y después de 30 días de crecimiento, la baja calidad del forraje disponible limita el consumo y por lo tanto afecta negativamente el peso de los animales (Paladines y Leal, 1979).

La necesidad de quemar frecuentemente la sabana para mantener la calidad del forraje, trae como consecuencia inmediata una pobre utilización del recurso forrajero disponible, se ha estimado que más de la mitad de la materia seca producida por año se pierde y por lo tanto, la carga animal debe mantenerse baja. Además ocurren cambios importantes en la floristica de la sabana que pueden afectar su producción a largo plazo (Paladines, 1983 citado por Tergas, 1986), con desaparición de unas especies y dominio de otras, muchas veces de menor productividad.
En el piedemonte son pocas las áreas en pastos nativos, allí predominan los pastos introducidos, como las especies de Brachiaria, en sistemas de producción más intensivos, dedicados a la ceba y en menor proporción al doble propósito. Estos forrajes constituidos principalmente por gramineas, no han expresado o han disminuido su potencial productivo, por diversos factores de adaptación y manejo, lo cual ha incidido directamente en la baja productividad animal de la región.


El microrelieve y los patrones de drenaje, sumados a las frecuentes quemas, el sobrepastoreo y la introducción de especies exóticas como medio para mejorar los pastizales, han modificado las características de la vegetación herbácea en la Orinoquia.

Igualmente, procesos como la colonización, deforestación, extracción minera y de maderas preciosas, el auge de algunos sectores (cultivos ilícitos, explotación petrolera, ampliación de la frontera agrícola), han ocasionado la pérdida y el deterioro de la vegetación herbácea y boscosa.

En los últimos años, los descubrimientos de yacimientos petroleros en el piedemonte llanero han ocasionado severas presiones a los ecosistemas de la región. La presión deforestadora se centró en los bosques situados en los caños Caranal, Ele, Lipa, Cravo Norte y la cuenca del río Casanare y del piedemonte araucano.


Otros bosques afectados son los de sabanas naturales y de transición amazónica, localizados entre los ríos Vichada y Guaviare, donde se explota de manera irracional el bosque de galería contribuyendo a la “sabanización” de estas zonas.


La presencia de colonos que históricamente se han asentado en la región, es otro factor de presión sobre los ecosistemas. En el caso de la cuenca alta del río Meta, se estima que se han deforestado 15.000 km2, en los últimos 60 años; de estos 5.000 km2 correspondían a bosques de vertiente andina y subandina y 10.000 km2 a bosques de piedemonte, riparios de galería y matas de monte.

Resultados de estimaciones realizadas, más de 150.000 bancos de madera de cedro macho (Pochota quinatum) , procedentes de los parques Tinigua y la Macarena, salieron hacia el mercado nacional en forma ilegal, por parte de los colonos allí ubicados desatando problemas sociales que contribuyen al deterioro de estos ecosistemas (Cormacarena, 1997).


2.2 Area urbano funcional


2.2.1 Poblamiento y patrones de distribucion
La Orinoquia es una región subpoblada en el contexto nacional. Esta situación se explica porque es la primera región en superficie y la penúltima en población: posee el 38% de la superficie del país y alojaba el 3.3% de su población (DANE, 1993).

Entre 1964 y 1993 la Orinoquia sufrió un proceso demográfico de desconcentración. Mientras el departamento del Meta concentraba en 1964 el 58.3% de la población orinoquense, en 1993 su participación se redujo al 50.3% (DANE, 1995).


En el mismo período, se presentó un proceso de redistribución de la población: Arauca, Guaviare y Vichada ganaron participación, mientras que Meta, Casanare y Vaupés lo perdieron. Arauca pasó de 8.3% en 1964 a 15.1% en 1993, Guaviare de 1.0 a 7.9%, Vichada de 3.5 a 5.0%, mientras que Casanare pasó de 23.2 a 17.2% y Vaupés de 3.6 a 2.0%.


La dinámica demográfica reciente es de crecimiento acelerado: mientras la tasa de crecimiento anual nacional total en el período 1985-1993, fue de 2.8%, la de la Orinoquia fue de 5.1%. La participación de la población de la Orinoquia en total nacional muestra una tendencia a incrementar su participación: entre 1938 y 1985 se triplicó al pasar de 0.9 al 2.7% y la de la población en cabecera se septuplicó al pasar del 0.3 al 2.1%. En ese mismo período los centros urbanos ejercen un gran poder de atracción: de una participación inicial en 1938 del 10.2% en cabecera y 89.8% en las zonas rurales, se pasa en 1985 a una del 50.2 y 49.8%, respectivamente.


A partir de 1985 y hasta 1997, evidencian un estancamiento en el proceso de urbanización de la población en la Orinoquia. La población urbana creció en este período al 5.1 por ciento, mientras la rural creció 5.2.


La migración juega un importante papel en el crecimiento demográfico de la región: las tasas de inmigración externa son positivas para todos los departamentos de la Orinoquia.


El principal flujo migratorio se establece con la región Centro Oriente pues el 5.9% de sus nativos (44.521 orinoquenses) los reciben los departamentos de la región y, a su vez, el 22.4% de sus residentes (215.683 personas) provienen de allí. El Departamento del Meta ejerce una gran atracción para los oriundos de Cundinamarca, Tolima y Boyacá, el Casanare hacia los de Boyacá y el Arauca hacia los de los Santanderes, constituyéndose estos en los principales vínculos migratorios extraregionales de la Orinoquia.

Villavicencio, ha estado sometida a una permanente disminución de la participación de su población frente al conjunto de ciudades de la región (74.7% en 1938 y 38.5% en 1993/97) como reflejo del carácter desconcentrado del proceso de urbanización que viene experimentando la Orinoquia. Esta situación se explica por el auge demográfico de Arauca y Casanare como consecuencia de hallazgos petrolíferos de gran significación económica y social (Caño Limón y Cusiana). La actual estructura urbana de la Orinoquia se consolida entre 1985 y 1993: mientras en 1985 se detectaron 56 cabeceras municipales, en 1993/97, éstas ascendieron a 70.

Villavicencio es el principal centro urbano de la región. Siguen los municipios petroleros de Yopal y Arauca, Granada, Acacías, San José, Tame y Saravena , que aparecen como los centros subregionales mayores. Mitú, Inírida y Puerto Carreño son ciudades binacionales y centros regionales intermedios. En los últimos años se produjeron ascensos poblacionales en Tauramena, Aguazul y Villanueva. La ubicación de las siete ciudades más pobladas de la Orinoquia entre las 200 principales del país es la siguiente , según los resultados del censo de 1993: 15. Villavicencio (253.780 habitantes), 93. Yopal (44.761), 106. Arauca (39.796), 132. Acacías (35.123), 136. Granada (34.123), 162. San José (29.663), 176. Tame (28.491).


La colonización es el motor de la dinámica demográfica llanera. La primera etapa en la colonización llanera moderna cubre un período de más de 20 años y termina hacia 1959. La segunda etapa ya tiene elementos de colonización dirigida con elementos de manejo a través de la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero y la participación del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, Incora. Una tercera etapa comienza a final del decenio del 70 con la colonización provocada por los cultivos ilícitos cuyo centro geográfico es San José del Guaviare.

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