sábado, 16 de marzo de 2013

La tierra del Meta en manos ajenas

La tierra del Meta en manos ajenas
Emilio García Gutiérrez. Catedrático ESAP , Regional Once

Hace tres años, los jefes paramilitares extraditados, que negociaron su desmovilización, se indignaron al verse recluidos en celdas de alta seguridad y resolvieron administrar sus versiones como ventiladores que encendían o apagaban para controlar la acción de la justicia, al escoger u ocultar a voluntad a quienes señalaron como socios y beneficiarios de su guerra. La Corte Suprema de Justicia, presionada por la opinión pública para dar resultados rápidos y sin capacidad real para investigar complicidades, cayó en la trampa de los ventiladores manejados a control remoto. Los falsos positivos de la justicia manipulada desde las cárceles son la venganza de los extraditados por la traición de la clase política, que después de usarlos los dejó por fuera del reparto del botín de los vencedores contra las guerrillas.
Pero el gran botín de la tierra usurpada a los campesinos desplazados, verdaderos perdedores de la guerra, está todavía en manos de los testaferros de los jefes paramilitares, protegido por las bandas emergentes y la ineficiencia de la justicia y el Gobierno para recuperarlas.
Ese botín de las tierras robadas se ha valorizado todavía más con la recuperación de la seguridad en las principales vías y el auge de los agro combustibles en la Región del Rio Meta (Altillanura)  y en el Bajo Ariari (la palma aceitera y la caña) y el petróleo, y su defensa está produciendo la bonanza de los abogados y jueces venales, de notarios, registradores y funcionarios corruptos del Incoder, que legalizaron el despojo de tierras y encubrieron el robo con apariencias de legalidad.
Hace unos meses, varios jefes paramilitares invitaron a Víctor Carranza a desmovilizarse y acogerse a la Ley de Justicia y Paz para que, según ellos, "cuente toda la verdad". Su nombre volvió a aparecer en conexión con la masacre de Mapiripán. Y seguramente saldrá otra vez cuando arranque en firme el proceso de restitución de tierras pues, según expertos, nadie posee más fincas en zonas de despojo en Colombia que Carranza. Dicen que hace unos años celebró su hectárea un millón.
Por eso, si el gobierno quiere que su proceso bandera de restitución de tierras avance, más temprano que tarde tendrá que hablar de y con Víctor Carranza. “Y el gobierno de Juan Manuel Santos tiene una oportunidad de oro para hacerlo porque el llamado "zar de las esmeraldas" y Santos se conocen desde hace años, ya que Carranza era amigo del papá de Santos y desde entonces el Presidente y él han tenido una buena relación. Es más, en uno de los casos judiciales en contra del hombre fuerte de las esmeraldas que se cerró hace años, uno de los argumentos tenidos en cuenta fue un testimonio favorable de Santos. Y, cuando Santos estuvo en la oposición del gobierno de Samper, una de sus movidas fue hablar con Carranza, con Carlos Castaño y con las Farc para lograr un acuerdo de paz contra la salida de Samper de la presidencia (El factor Carranza en la restitución de tierras. La SillaVacia.com 18 de enero, de 2012).

… “Carranza es la punta del iceberg, es indicador de una cara de este país que no se ha mirado en serio y de frente. Y no se ha mirado de frente entre otras porque es un poco como mirarnos en el espejo... Tal vez de esto se burla Carranza que ya debe saber que está demasiado viejo para preocuparse por procesos terrenales, y además sabe que de hacerse la cuenta, el puede contar historias sobre la ropa sucia de medio país” … “Cito estas afirmaciones no comprobadas para afirmar que Carranza es a su vez un producto de una "manera de hacer las cosas en política" que hasta hace muy poco fue aceptada silenciosamente en el país por casi todos los actores de poder: la opinión pública, las ramas del poder, los medios de comunicación: el ideal del señor terrateniente en cuestión” (www.lasillavacia.com  En El factor Carranza en la restitución de tierras. La SillaVacia.com 18 de enero, de 2012.NeitTM).

Para finales del 2012  se puede sostener que la situación en algunas regiones del país ha variado poco, y en otras ha empeorado, como en los Llanos Orientales, en particular en el Meta, Guaviare y Casanare, en donde el Ejército Revolucionario Anticomunista de Colombia, ERPAC, bajo el mando de los sucesores de Pedro Oliverio Guerrero, alias Cuchillo, ha logrado reorganizar un ejército con cerca de 1300 hombres armados. De igual forma, la diversidad de fuentes sobre el fenómeno tampoco ha cambiado, y esta situación no permite hacer apreciaciones concluyentes. Sin embargo, es posible hacer estimaciones conservadoras y otras menos exigentes, con el propósito de visualizar el estado de este fenómeno ilegal armado.

La mejor estrategia que tiene el Gobierno nacional de salirse de la trampa es impulsar una Operación, que rescate la mejor tierra del secuestro al que está sometida en manos de viejos y nuevos terratenientes y la restituya al campesinado, demostrando que es el verdadero enemigo de los señores privados de la guerra y el defensor real de las víctimas más vulnerables, los campesinos, indígenas y afrocolombianos refugiados en los tugurios urbanos, camuflados como vendedores ambulantes o en las esquinas de Villavicencio  .

Monsanto triplicó ganancias por venta de transgénicos en América Latina

Monsanto triplicó ganancias por venta de transgénicos en América Latina

viernes, 8 de marzo de 2013

La tierra del Meta en manos ajenas
Emilio García Gutiérrez
Hace tres años , los jefes paramilitares extraditados, que negociaron su desmovilización, se indignaron al verse recluidos en celdas de alta seguridad y resolvieron administrar sus versiones como ventiladores que encendían o apagaban para controlar la acción de la justicia, al escoger u ocultar a voluntad a quienes señalaron como socios y beneficiarios de su guerra. La Corte Suprema de Justicia, presionada por la opinión pública para dar resultados rápidos y sin capacidad real para investigar complicidades, cayó en la trampa de los ventiladores manejados a control remoto. Los falsos positivos de la justicia manipulada desde las cárceles son la venganza de los extraditados por la traición de la clase política, que después de usarlos los dejó por fuera del reparto del botín de los vencedores contra las guerrillas.

Pero el gran botín de la tierra usurpada a los campesinos desplazados, verdaderos perdedores de la guerra, está todavía en manos de los testaferros de los jefes paramilitares, protegido por las bandas emergentes y la ineficiencia de la justicia y el Gobierno para recuperarlas. Ese botín de las tierras robadas se ha valorizado todavía más con la recuperación de la seguridad en las principales vías y el auge de los biocombustibles en la Región del Rio Meta y en el Bajo Ariari (la palma aceitera y la caña) y el petróleo, y su defensa está produciendo la bonanza de los abogados y jueces venales, de notarios, registradores y funcionarios corruptos del Incoder, que legalizaron el despojo de tierras y encubrieron el robo con apariencias de legalidad.

Para finales del 2012  se puede sostener que la situación en algunas regiones del país ha variado poco, y en otras ha empeorado, como en los Llanos Orientales, en particular en el Meta, Guaviare y Casanare, en donde el Ejército Revolucionario Anticomunista de Colombia, ERPAC, bajo el mando de los sucesores de Pedro Oliverio Guerrero, alias Cuchillo, ha logrado reorganizar un ejército con cerca de 1300 hombres armados. De igual forma, la diversidad de fuentes sobre el fenómeno tampoco ha cambiado, y esta situación no permite hacer apreciaciones concluyentes. Sin embargo, es posible hacer estimaciones conservadoras y otras menos exigentes, con el propósito de visualizar el estado de este fenómeno ilegal armado.

La mejor estrategia que tiene el Gobierno nacional de salirse de la trampa es impulsar una Operación, que rescate la mejor tierra del secuestro al que está sometida en manos de viejos y nuevos terratenientes y la restituya al campesinado, demostrando que es el verdadero enemigo de los señores privados de la guerra y el defensor real de las víctimas más vulnerables, los campesinos, indígenas y afrocolombianos refugiados en los tugurios urbanos, camuflados como vendedores ambulantes o en las esquinas de Villavo .



Emilio García Gutiérrez

El café en el Alto Ariari, la política para el agro y la crisis nacional en el Meta


El café en el Alto Ariari, la política para el agro y la crisis nacional en el Meta


Emilio García Gutiérrez.

Catedratico. Villavicencio, marzo 9  de 2013


El poblamiento en el Alto Ariari de los primeros pobres

No había terminado la primera violencia en el país cuando los               cachiporros y godos de la época derrotados en esta primera guerra llegaron a las tierras del Alto Ariari.  La mayoría de ellos venían del sur del Tolima, otros de Antioquia, de Santander y de la región Cundiboyacense.  En su mayoría eran labriegos, hombres y mujeres de campo que lo habían perdido todo y solo tenían una mujer, unos barrigones llenos de lombrices, un perro flaco y una que otra escopeta.


Los acompañaba el “ángel de la guarda”, la cédula, el carnet de liberal o conservador y la tierra en las uñas y en las orejas.  Tenían una gran verraquera y ganas de trabajar y así se fueron enfrentando al Ariari, a la noche, a los animales y al monte.  A golpe de hacha y machete fueron abriendo trocha y conociendo a otros pobladores que venían del Sumapaz y así revueltos “fundaron” San Luis de Cubarral, El Dorado y El Castillo.  Más tarde los caciques de los partidos tradicionales dieron las órdenes y se fueron nuevamente enardeciendo los ánimos y se fueron quedando en el Alto Ariari, separados, sin puente y sin amistad, anticipándose a la salsa del Grupo Niche… del puente para allá.


Estos campesinos pobres desde de la década del sesenta hasta hoy en día con más ganas que apoyo del Estado colombiano,  han sembrado y ensayado con la piscicultura, los frutales, el plátano, la maracachafa, el cacao, y el café.  Solamente con el café y el cacao y una que otra “bicha” han aguantado las aperturas económicas del sistema, la violencia indiscriminada (de legales e ilegales), la roya y la broca del café (traída por la Federación).  Con el “pepeo” de estas dos especies han aguantado, levantado hijos para la vida  y dicen los entendidos que han hecho Patria.

En Colombia y también el Alto Ariari, en los 80 y noventa,   se desgranaba el rojo grano entre los ágiles dedos, muy distintos a los de ahora en que se nos desgranan las lágrimas. Era un rito descerezar, secar, despasillar. De allí salían  la recua de mulas o los “Carpati  o los Willis “los domingos, silbando "me voy pal pueblo, hoy es mi día"... Hoy, tristemente, el Gobierno nacional cambio la letra y los campesinos pobres dicen en otros lados: “me voy pal paro”.

Durante el siglo XX, el progreso económico  social de los municipios cafeteros (en el occidente y la zona cafetera) se logró de la mano de la misma Federación Nacional de Cafeteros, buena parte con plata de los cafeteros. Vías terciarias, programas de sanidad de la población, escuelas, entre muchas otras actividades sociales y productivas lideradas por el gremio. Hoy son 500.000 caficultores (sin contar los del Meta y Casanare)  a los que no se les puede voltear la hoja, pues eso trae graves consecuencias sociales.


El café del Meta en el 2011

Mientras continúa el paro cafetero en todo el país, en el   departamento del Meta  para el año 2011 se cultivaron 226.889 hectáreas en cultivos permanentes, semipermanentes y anuales, figurando como cultivos más representativos la palma de aceite, el plátano, la yuca, el café, el cacao, el caucho y los cítricos (Gobernación del Meta, evaluaciones agropecuarias. Informe de coyuntura año 2011 pp. 79, 87). Para este año se informa que existen 3.562 hectáreas sembradas en café pero solamente 2.578 hectáreas en producción  con una producción de 3.209 toneladas de café.

Esta producción de café se realiza en un ambiente de hambre y desolación, de desempleo y desesperanza. Y, claro, de rabia e inconformismo con las políticas oficiales que los han vuelto miserables. Trabajan a pérdida en diez y ocho municipios del Meta. Las  2.578 hectáreas en producción, se concentran (2.310 hectáreas el 90%)  en Lejanías 800 hectáreas, 625 en Cubarral, 500 en Mesetas, 200 en El Castillo, 95 en El dorado y 90  en San Juan de Arama (Gobernación del Meta, evaluaciones agropecuarias. Informe de coyuntura año 2011p. 103), con unos costos de producción de $3.675.300(Gobernación del Meta p. 196). Según esta fuente  la  utilidad bruta por hectárea en café en el Meta es de  $ -1.927.200. (Como la ven).

En un estudio realizado con la población cafetera de los municipios de Cubarral, El Castillo, Lejanías y Mesetas (García Gutiérrez, Emilio; Sandra Nayibe Rodríguez; Norma Piedad Vergara y  Manuel Ostos Triana.       “Producción y comercialización de café en el alto Ariari”)  se encontró que:

*El ingreso de los productores proviene en un 50.2% por la venta de la producción agrícola; en el 24.3% por la cría de animales; en un 8.45% por la venta de ganado porcino y vacuno; en un 7.2% por la venta de leche y huevos; en un 1.3% por la venta de productos de la huerta casera y un 8.6% de otros.

*Un 72.5% de los “caficultores” de estos municipios poseen energía eléctrica; el 70% servicio de acueducto; el 59% tienen algún servicio de alcantarillado y el 23% no poseen servicios.

*El 80% de los campesinos encuestados han cursado 5 años de primaria y un 20% son analfabetas funcionales.   El 79% de los caficultores  son propietarios y el 21% arrendatarios.

*El 95% vende la cosecha al contado y el 5% a crédito; el 80% de los “caficultores” venden a los intermediarios, el 10% a la Cooperativa de Caficultores y el 10% a otros.

*En opinión de los productores las mayores dificultades que se presentan en el cultivo son: transporte y mercadeo el 50%; sostenimiento del cultivo el 15%; recolección el 10%, el beneficio el 15% y los factores climáticos el 10%.

Como se aprecia los cafeteros del Meta se encuentran en la hoya, mientras en el debate en torno al paro,” la tecnocracia neoliberal –que no se gana la vida en el agro ni en la industria sino en la intermediación financiera– dice que los cafeteros, y resalta a los empresarios, son unos incompetentes que abusan del respaldo oficial. Varias cosas silencian: el problema del café no es sectorial sino nacional, las transferencias de los caficultores al país han sido mayúsculas, la ruina de hoy obedece a una revaluación que ningún esfuerzo personal puede remontar y los cultivos permanentes en crisis terminan por apresar en la sin salida a sus propietarios”… (“Para entender el paro cafetero y cacaotero” Jorge Enrique Robledo).

Una más. Estos pequeños y pobres productores de café del Alto Ariari reciben palmaditas en la  espalda  y el cobro de peajes o vacuna o contribuciones para las fuerzas ilegales allí establecidas (Farc, Bacrim, paramilitares). Mientras tanto las decisiones que pueden resolver el problema recaen sobre la cabeza de tres personajes: “el Presidente y sus ministros de Hacienda y Agricultura, grandes beneficiarios de las otrora bonanzas cafeteras; Cárdenas en su calidad de hijo del zar del café Jorge Cárdenas Gutiérrez con los jugosos salarios de su padre dispuso de una excelente educación que incluyó la universidad Californiana de Berkeley, seguramente los clubes y los viajes por Europa no le dieron tiempo para un paseo de olla al rio, ni una cabalgata por las fincas cafeteras; Restrepo disfrutó de la burocracia cafetera como su representante en Londres y luego gerente comercial y Santos vivió como un príncipe durante nueve años en Londres como representante de Colombia ante la Organización Internacional del Café. Los tres desde posiciones en que se han moldeado las políticas económicas del país se casaron con el libre comercio y han apoyado la suscripción de Tratados comerciales con las grandes potencias económicas y la vulneración de la producción agropecuaria e industrial de Colombia” (Cría Cuervos y te dejaran en la ruina, Libardo Gómez Sánchez, Diario del Huila, Neiva, marzo 4 de 2013).       


La crisis nacional del café en el 2013

La trascendencia de la economía cafetera ha sido de tal magnitud que en alguna época se decía que Colombia era un país mono cultivador y mono exportador, queriendo indicar la importancia que para el país tenía y sigue teniendo el café. Para todos, especialmente  los directamente comprometidos en el tema, sería muy conveniente, para  conocer la historia y no ser obligados a repetirla, estudiar la obra de Charles W. Bergquist “Café y conflicto en Colombia, 1886-1910 – La Guerra de los Mil Días: Sus antecedentes y consecuencias”.

En alguna parte de su obra Bergquist analiza la caída de los precios del café en 1896 y cómo con ella se van afectando los ingresos en divisas de todos los colombianos y los ingresos aduaneros del Gobierno. Refiere Bergquist, cómo los cafeteros culpan al “gobierno de la baja económica y utilizan los medios pacíficos a su disposición  para cambiar los sistemas fiscales y políticos”, medios pacíficos, resalto. “O tiempos o costumbres”, decía Cicerón (El paro cafetero Luis Pinilla Pinilla, En: Vanguardia Liberal. Marzo 7 de 2013).

Fue también el producto que en la segunda mitad del siglo XIX le dio salida al capital comercial acumulado en el negocio del oro, la quina, el añil y el tabaco, a través de la creación de haciendas cafeteras y el montaje de las primeras industrias en este milenio. De otra parte, puede decirse que el café, así como generó en algunas regiones una democratización del acceso a la propiedad rural, en otros ayudó a consolidar el latifundio y relaciones de producción atrasadas basadas en instituciones coloniales. Además de esto, en la economía cafetera se formaron muchos líderes políticos y empresarios que tuvieron gran importancia en el desarrollo del país, a fines del siglo XIX y primeras décadas del xx (Absalón Machado C. “El café en Colombia a principios del siglo XX”. Universidad Nacional de Colombia,  Facultad de Ciencias Económicas,  22 pp).

La economía cafetera recibió su golpe más duro en los 80’s cuando se rompió el pacto Internacional del Café y de un sistema de cuotas acordadas con los países consumidores se pasó a la más salvaje competencia entre productores.

El Gobierno siguiendo las líneas del Consenso de Washington, privilegió las “locomotoras” mineras y energéticas, a las que se les destina más del cuarenta y dos por ciento de los presupuestos públicos y privados, al tiempo que la agricultura obtiene un dos por ciento. Asimismo, la revaluación, tal como lo han señalado estudiosos del tema, les quita a los caficultores el cuarenta por ciento del precio de venta del café en dólares. Y como si esto fuera poco, la misma revaluación afecta la industria y el agro nacionales. (El triste café colombiano,  Reinaldo Spitaletta, El Espectador, marzo 5 de 2013).

La Federación Nacional de Cafeteros a pesar de esta situación nunca se adaptó. Los sacrificios que le pidió a los cultivadores nunca los asumió, mantuvieron una costosa nómina, oficinas lujosas, gastos de representación en el exterior elevados y una burocracia endogámica que no se renovó y que tomó medidas improvisadas en sus programas de sustitución de cultivos como el cardamomo y el maracuyá, que llevó a la quiebra a numerosos campesinos (La Silla Vacía info@lasillavacia.com, Martes 5 de marzo de 2013. “Un café saludable y una Federación enferma  “Rodrigo Rojas Orozco). Para completar el cuadro, Colombia tiene las tasas de interés activas más altas del mundo, hoy la tasa de usura supera el 30% efectivo anual y el gobierno no las baja a pesar de que la tasa del Banco de La República es de 3.75%.

Los problemas que hoy enfrenta la caficultura colombiana no son solo de carácter coyuntural. Es decir, no se deben únicamente a la revaluación del peso –que sin duda es un tema grave- sino que tienen un componente estructural muy grande.

Economistas –entre ellos César Vallejo y Carlos Gustavo Cano– señalan que la pérdida de la importancia económica de la caficultura en Colombia, tanto en el contexto nacional como en el internacional, se explica, principalmente, por la caída de la productividad; la lentitud de los procesos para adoptar nuevas tecnologías y variedades resistentes a las plagas, en especial la roya; y la baja fertilización, entre otros factores.

Jorge Humberto Botero, exministro de Comercio, señala que  dentro de los problemas estructurales del sector se encuentran también el encarecimiento de las tierras, el cambio climático, el aumento del salario mínimo y el exceso de intervención del mercado por parte de la Federación.

El estudio que lideraron los codirectores del Banco de la República critica el papel de la Federación en el actual contexto de la economía mundial y plantea que la institucionalidad colombiana ha desaprovechado el actual esquema de libre comercio del grano para recuperar la productividad y las exportaciones. Varios analistas sostienen que la caficultura colombiana no tiene la flexibilidad necesaria para moverse en un mercado libre como el actual, del que otros países como Brasil han sacado provecho.

En esa que podemos denominar perversa conspiración se han juntado elementos como una caída cercana al 50% en el precio internacional en dólares durante el último año; la década de revaluación del peso frente al dólar que les robó otro 30% del precio en pesos; desplome de los volúmenes de producción sin solución a la vista calculado en casi un 40% de la capacidad productiva nacional (de 13 a 8 millones de sacos año); deterioro estructural de los suelos y aumento desbordado de los costos de producción. La situación se ha tornado tan dramática, que muchos productores gastaron más dinero en la sola actividad de recolectar la cosecha de fin del año 2012 que el que recibieron por la venta de su grano. Es decir, perdieron en la cosecha y adicionalmente todo lo invertido en el sostenimiento del cultivo, sin contar la nula rentabilidad del capital invertido (Jorge Gómez Gallego, Diputado del PDA  a la Asamblea Departamental de Antioquia). 

Pero los lloriqueos no terminan allí, solo empiezan. Veamos. ¿Tenemos el mejor café del mundo? o eso es puro cuento. Si es así, cambiemos de modelo. No exportemos ni un bulto más de café verde, procesémoslo, agreguémosle valor y exportemos producto terminado. ¿Cómo queremos tener resultados diferentes si seguimos haciendo lo mismo?

Un producto malo con buen mercadeo tiene posibilidades en el mercado; pero uno bueno sin mercadeo tiene asegurado el fracaso (Richard Probst Bruce, marzo 5 de 2013).

A la crisis de la caficultura se le está dando un enfoque demasiado economicista, quizá para ocultar sus verdaderos males. El asunto es de carácter estructural. El modelo o sistema actual de producción es absolutamente inviable desde el punto de vista social, económico y ambiental. Una alternativa que ha permitido a otros países penetrar nuevos mercados y generar bienestar es el renglón de los cafés especiales donde se destacan los ecológicos y sociales como los certificados en comercio justo.

En Colombia, este subsector registra crecimientos del 28% anual desde hace una década y aporta 268 millones de dólares a las economías regionales con una activa participación de organizaciones étnicas (El  Dorado y Altos del Cafre en Mesetas, en el Meta)  . Estamos muy lejos de otras naciones con menor tradición cafetera como Perú, Guatemala, Indonesia y Uganda que cada día nos ganan terreno en los mercados diferenciados. Federacafé se resiste a entender esta realidad, llegando a afirmar contra toda evidencia que la caficultura orgánica no es rentable (Enrique Machado, marzo 5 de 2013).  

Producir hoy una carga de café de 125 kilos, con los supervalorizados pesos colombianos, cuesta en promedio $ 750.000 pesos, mientras el precio, fijado mediante la tenebrosa combinación del precio externo con la tasa de cambio, no pasa de $ 550.000. Desde luego, como aconsejan los funcionarios del gobierno y la Federación de Cafeteros, sería muy positivo aumentar la productividad de los cafetales, bastante menor que la que registran nuestros principales competidores; pero eso choca con dos barreras enormes: la primera, el tipo de terreno en el que se hayan plantados los arbustos de la rubiácea colombiana, laderas de naturaleza abisal; en segundo término, la diminuta extensión de las unidades productivas que no permiten obtener las llamadas economías de escala. El tamaño promedio nacional  de un cafetal llega escasamente a 1.4 hectáreas y el 95% de las  550.000 fincas cafeteras son menores de 5 hectáreas

Dicho lo anterior, considero legítimo el motivo del paro que hoy adelanta Dignidad Cafetera. Este no es uno de esos paros que sólo empujan los mezquinos intereses de algún pequeño grupo  de presión. Tampoco es un paro movido por intereses políticos. Este es  un paro de 550.000 empresarios, grandes, pequeños y medianos, dueños de sus medios de producción y generadores de cuatro millones de empleos, que por primera vez en la historia se ven obligados a movilizarse en masa para defender su supervivencia ante los monstruosos daños que el aparato productivo colombiano está sufriendo por un mal modelo económico (“Somos café .Emilio Sardi, El País, Cali, marzo 6 de 2013).

El gobierno ya ha ofrecido y finalmente se llegará al establecimiento de un subsidio para la producción cafetera. Este es necesario hoy, como medida de urgencia, pero no es deseable mantenerlo a largo plazo.

De hacerlo, ¿cuál sería la razón para no darles subsidios a los demás sectores productivos? ¿Que no hacen paros? No. Este paro es importante porque le demuestra a Colombia la necesidad de establecer un modelo económico lógico, libre de ideologías y de imposiciones extranjeras, con el que recupere el empleo y la soberanía sobre su moneda y sobre sus fronteras. Si esto se logra, el paro se habrá justificado (“Café amargo y cerrero” Jorge Gómez Gallego, Diputado a la Asamblea Departamental de Antioquia por el Polo democrático alternativo-PDA-. Medellín, febrero 14 de 2013).          

Tienen razón los cafeteros en exigir al gobierno nacional la fijación de un precio mínimo de sustentación de $ 800.000 por carga y la adopción de una serie de medidas complementarias como crédito de fomento, control de precios y subsidio para los insumos. Solo así se podrá mantener a flote una actividad de la que depende, de manera directa o indirecta, cerca del 10% de la población colombiana. Y esa razón es respaldada con una medida de fuerza que merece el apoyo de la inmensa mayoría de los colombianos: el paro cívico nacional cafetero del 25 de febrero.

Hay que actuar rápido porque al paso que va, la caficultura podría desaparecer. Algo gravísimo, pues a pesar de que el café cada vez pesa menos en la economía colombiana, sigue siendo vital y estratégico en la vida del país. Su impacto social es innegable, pues genera uno de cada tres empleos rurales, ocupa a 550.000 familias y se estima que 2 millones de personas viven directamente de la producción de este cultivo. Estas cifras explican por qué las preocupaciones de los cafeteros terminan siendo las de todos los colombianos.

La crisis cafetera es grave, el sector lleva del bulto. El precio del café se desplomó un 30 por ciento, la cosecha cayó, los insumos subieron, los créditos no dan espera  y el Banco esperando como el caimán (con la jeta abierta). Toca hacer esfuerzos en favor de miles de familias, como mantener un justo precio de sustentación, no menor de $800 mil por carga de café  o reducir las importaciones. Algo, como una especie de retribución

En esta crisis cafetera, nuevamente ocasionada por las malas políticas para  el agro y las imposiciones de los nuevos Tratados de comercio la pregunta del millón  entonces es ¿si el Estado nacional o departamental cuenta con medidas reales  o programas sin carreta,  de apoyo para estos campesinos pobres? ¿Por qué las Federaciones que agrupan a estos productores no permitido ni impulsado la creación de Comités Municipales u otro tipo de organización que trabaje al lado de estos productores pobres? y finalmente ¿si no es ahora cuando?

La producción de café en nuestro medio, al igual que en país, ha sido abandonada, explotada y relegada por falta de políticas estatales apropiadas y necesarias para impulsar y fortalecer uno de los sectores que mueven la economía nacional. Situación que no sólo afecta a las y los cafeteros en Colombia sino que se ha profundizado también con productores de arroz, de soya, de algodón y de maíz desde que se implementaron los tratados comerciales TLCs.